jueves, 10 de febrero de 2011

Capítulo 2.

En ese momento me doy cuenta de que la gente me mira mucho. Me miro y veo que mis vaqueros, mi camiseta y mis zapatos desentonan demasiado. Corro hacia la tienda más cercana en busca de ropa adecuada para el momento. Me doy cuenta de que el dinero que llevo encima son euros. Menudo problema...
Aún quedan un par de horas para que empiece la actuación. Sin creerme aún lo sucedido, sé que debo actuar rápido y conseguir ropa enseguida.

Tengo una idea. Saco mi cartera del bolsillo y dentro encuentro varias estampas de Los Beatles (sí, soy muy fan). Cojo las de los primerísimos años y las miro. Están en buen estado, si no fueran mías, pagaría por ellas. Miro a los lados, ningún policía. Me siento en el suelo y pongo las estampas ante mí en una fila. Tengo un pedazo de papel con un número de teléfono apuntado, le doy la vuelta y escribo '5 £' en grande.

En unos minutos, las fans que se dirigen a The Cavern empiezan a comprarme las estampas. En poco tiempo se agotan todas.
Cuando sólo queda una, dos chicas se pelean por ella. La afortunada entra felizmente en el local, mientras la otra se va más triste. Me da tanta pena que me quito el collar que llevo, sin valor sentimental para mí, y se lo vendo por 10 £.

Con el bolsillo lleno, voy a la primera tienda que encuentro y me compro un vestido y unos zapatos. Por fin puedo entrar a The Cavern y pasar desapercibida.
Cuando llego por fin al local, me lo encuentro lleno. Intento entrar, pero las paranoicas fans me lo impiden, taponan la entrada. Tras varios intentos, me siento en la acera, desolada, sintiendo haber perdido la oportunidad de mi vida.

- ¿Qué le ocurre, señorita? - me pregunta una curiosa voz masculina.

- Quería entrar en el local para ver a mi grupo favorito, pero está tan lleno que... - termino la frase en un sollozo, sin levantar la vista para ver a mi interlocutor.

- Oh, he oído que tocan Los Beatles esta noche - la voz me empieza a resultar familiar-. Si quiere, puedo ayudarla a entrar -concluye entre risas.

Esa voz tan grave e inocente... ¿De qué me suena?
Levanto la vista y ante mi me encuentro a quien menos me esperaba. Esos profundos ojos celestes, esos carnosos labios, esa brillante sonrisa, ese corte mop-top, esa nariz...

- Ri... ¡¿Ringo?!- exclamo, temblorosa, emocionada y sin creérmelo aún.

Su sonrisa se ensancha aún más, y me tiende la mano. Yo acerco lentamente mi mano a la suya, él la toma como si nada y entramos al local. El público abre hueco al verle, y cuando me ven a mí me dirigen miradas de odio que me intimidan.

- ¿Ahora estás a gusto? - me sonríe. Yo no pude hacer más que sonreír también. - Ahora que te veo sonreír me dejas más tranquilo. Bueno, espero que disfrutes del concierto.

Me quedo entre el público mientras él se aleja en dirección al escenario. Aún no me puedo creer lo que ha ocurrido, pero no me puedo parar a pensar en ello por mucho tiempo, pues las personas que me rodean se empujan y dan codazos, y el concierto está a punto de comenzar.

La armónica de John empieza a sonar, y con ella, los gritos de las chicas, que impiden oír con claridad la canción.

Love, love me do
You know I love you
I'll always be true
So please...
Love me do.

Mis ojos van pasando por todos ellos. Paul guiña el ojo a algunas afortunadas de las primeras filas, que se sonrojan al instante. John está tan risueño como siempre, bromeando con sus compañeros. George sonríe y deja ver sus característicos dientes, adorados por tantas fans. Y al fondo está él, Ringo, sonriente, agitando la cabeza como sólo él sabe y tocando la batería con energía.

Casi me dejo llevar por la euforia del momento. Quiero gritar, tirarme de los pelos, llorar... Pero sé que eso es adelantarme a los acontecimientos, pues la verdadera Beatlemanía apenas ha comenzado a extenderse por todo el mundo. Y sobretodo, no quiero ser una más. Quiero ser alguien especial para ese chico de ojos claros y brillante sonrisa que ahora mismo me está echando una mirada desde el escenario.

¡Me mira! Le dedico una sincera sonrisa y él sigue moviendo la cabeza, dejando que su melena parezca flotar a su alrededor.

Tocan PS I Love you, Please Please Me... Con cada cancion, el público se emociona más.

Al final, como todas las cosas buenas, el concierto acaba. Me siento feliz y eufórica aún por haber estado en un concierto de mis adorados Beatles, y por haber conocido a Ringo, pero me desilusiona un poco que todo vaya a acabar ahora.

A duras penas, la gente empieza a salir del local. Giro la cabeza hacia el escenario que ahora está a mis espaldas. Los Fab Four ya no están. Algo triste, prosigo en mi camino hacia la salida, pero, de repente, una mano me está aferrando con fuerza.

Continuará...

1 comentario:

  1. Me gusta mucho. Casi tan bonito como la historia de Ringo y Maureen.
    :)

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