viernes, 11 de febrero de 2011

Capítulo 3.

- ¡Ah, eso duele! - grito, dolorida.

Miro al violento individuo que no me suelta el brazo. Es un hombre algo mayor, con la vena de la frente hinchada de rabia.

- ¿Te duele? ¡Pues más me duele a mí el bolsillo por culpa de golfillas como tú! - me grita el hombre. Un salivazo me llega a la mejilla, pero ahora me agarra de los hombros y no me puedo limpiar.

- ¿Qué quiere decir? ¡No entiendo nada! - le contesto, nerviosa.

En ese instante, miro a sus espaldas y veo el mismo cartel que había visto antes, pero esta vez me percato de la letra pequeña:

THE BEATLES EN CONCIERTO ESTA NOCHE

Precio de la entrada: 6 £

Noto que desfallezco. Como Ringo me coló, no pagué la entrada. Ahora entiendo por qué el hombre está enfadado.

- ¿Que no entiendes? ¡No te vi pagar nada, y aquí estaba yo vendiendo las entradas! - levanta la voz aún más, y me aprieta el brazo con más fuerza-. ¡¡Págame ahora mismo o vas a ver!!

No me queda ni un penique, lo gasté todo en la ropa.

Estoy metida en un buen lío.

En ese momento, oigo unas risas a mis espaldas. En la situación en la que estoy, no me puedo girar para comprobarlo, pero me doy cuenta de que son los 4 de Liverpool, que se han quedado cerca del club después de terminar el concierto. Noto sus voces más cerca, como si se acercaran a la entrada.

Un desagradable olor a humo llega hasta mi nariz.

- Ah, qué bien sienta un cigarrito después de un concierto, ¿verdad, George? - reconozco al instante la voz de John.

- ¡Y que lo digas! - dice la inconfundible voz de George.

- Eh, chicos. - dice el hombre que me agarra- Aquí dentro no fuméis, que luego las paredes me cogen mal olor.

- No sea aguafiest... - empieza a decir Paul - ¿Pero qué tenemos aquí? ¿Qué le hace a esta pobre dama?

Su marcado acento de Liverpool casi me hace sonreír, pero el problema en el que estoy metida me lo impide.

- De pobre nada, esta va de lista. Se coló sin pagar la entrada - resopla el hombre.

- ¡Oh, una chica mala! - me sonríe John, con un guiño que casi me hace sonrojar.

Ringo se acerca y no tarda mucho en reconocerme.

- ¡Ah, que situación tan tonta! - ríe - A esta chica la colé yo, porque estaba el local lleno y la pobrecita se moría de ganas por entrar.

- Una buena fan, sin duda - afirma George, mientras apaga el cigarro.

El hombre me suelta.

- Deberíais haberlo dicho antes, y yo agarrando a la pobre chica... ¿Te he hecho daño? - pregunta, al ver las marcas rojas que tenía en los brazos.

- N-no mucho... Es que soy muy blanca y se me quedan marcas de nada... - murmuro.

Los chicos se acercan más a mí y siento que mi cara se pone tan rosa como la pantera.

- Ay, Ringo, ¿ves lo que pasa cuando haces las cosas sin avisar? - le dice John-.

- Yo... ¡Lo siento mucho! - Ringo pone una adorable carita de pena.

- No te preocupes, estoy bien - le sonrío -. Gracias por colarme.

- Bueno, Ringo siempre hace las cosas con buena intención - añade Paul -.

- Bueno, bueno, lo importante es... ¡¿Quién me va a pagar?!

George suspira y saca unos billetes de su cartera. Se los pone en la mano al atónito hombre.

- ¿Me pagas tú por tu propio concierto..?

- ¿Qué más te da? ¡Ya tienes el dinero! - le contesta alegremente el menor de Los Beatles.

Aún sorprendida por la salvadora aparición de los Fab Four y algo dolorida por las manazas de aquel hombre, veo como los chicos se alejan hacia la salida.

Salgo tras ellos, no estoy dispuesta a dejar que todo termine aquí.

- ¡Hey! - les grito. Se dan la vuelta.- Gracias por lo de antes, George.

- ¡Oh, de nada! Debemos mantener a las fans contentas, si no, ¿qué clase de chicos seríamos? - me contesta Harrison.

Dudo un momento. Me he quedado sin nada que decirles, ¿será esto el final de todo?

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